Tan pronto como el vaso estuvo vacío el aire circundante se precipitó en su interior hasta desbordarlo y derramarse por toda la mesa. “¿Lo ves? ¡Siempre está lleno!”, comentó su compañero de piso mientras lo señalaba, fascinado. Sin embargo Juan sólo veía un vaso vacío, y un loco inestable que pronto acabaría matándolos a todos o encerrado en cualquier manicomio.
Jajajjajajajaja
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