martes, 1 de noviembre de 2011

Microrrelato 3


Atado de pies y manos dentro de una caja de madera, pero esta vez no hay público. A los rusos no les gustó que hiciese desaparecer su dinero, ni aplaudieron cuando dividí en dos sus beneficios. Oigo las paladas de arena chocar contra la madera mientras suenan risas allí arriba. Dicen que este va a ser mi último número.



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